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Foto del escritorRaul Morales Reyes

La inteligencia

Definir la inteligencia es una tarea compleja debido a las numerosas perspectivas existentes, que varían desde enfoques filosóficos (Ferrater Mora, 1979) hasta psicológicos (Neisser et al., 1996). Una de las concepciones más antiguas es la biológica, que desde una perspectiva darwiniana la ve como la habilidad de un individuo, o más precisamente de una especie, para adaptarse y sobrevivir en su entorno (Dimond, 1980; Clarke, 2004). En el reino animal, incluidos los humanos, se observa una correlación entre el tamaño del cerebro (en relación al tamaño corporal), la sociabilidad y la inteligencia. Generalmente, los animales más sociables poseen cerebros más grandes y muestran comportamientos más complejos y una mayor interacción social, lo que indica una inteligencia superior (Foley, 2000). Estos comportamientos incluyen imitación, interacción social, alimentación compartida y apareamiento, entre otros, englobados bajo el término de inteligencia social (Calvin, 2001), que más tarde se refinó al concepto de inteligencia emocional, popularizado desde los años 30 y especialmente a través del best seller de Goleman en 1996. Este tipo de inteligencia se ha medido mediante cuestionarios y pruebas de resolución de problemas, algunas de las cuales han sido validadas en español (Extremera et al., 2006; Romanelli et al., 2006).

Las teorías psicológicas y médicas sobre la inteligencia son variadas y, a menudo, están diseñadas con un propósito práctico, como evaluar retrasos mentales en niños, habilidades cognitivas en reclutas, o rendimientos en personas con enfermedades mentales (Strauss et al., 2006). La teoría psicométrica clásica, que comenzó a finales del siglo XIX y se consolidó con Spearman en el siglo XX, postula la existencia de una inteligencia general, el factor g, y múltiples inteligencias específicas o habilidades, las inteligencias s, que están fuertemente correlacionadas con el factor g (Filskov y Leli, 1981; Hogan, 2004). Thurstone, de la Universidad de Chicago, enfatizó las habilidades específicas o capacidades mentales primarias, reduciendo la importancia del factor g. Por su parte, Cattell diferenció entre la inteligencia cristalizada, que abarca normas aprendidas como las sociales y lingüísticas, y la inteligencia fluida, que es la capacidad de usar conocimientos para resolver problemas (Jensen, 2000; Blair, 2006; Colom et al, 2006).

Las pruebas de inteligencia, como las de Stanford-Binet y Wechsler, permiten evaluar ambas formas de inteligencia a través de pruebas verbales y ejecutivas, proporcionando puntuaciones que se suman para dar un cociente intelectual estándar con una media de 100 y una desviación estándar de 15. En las teorías más modernas, como el paradigma de Cattell-Horn-Carroll (C-H-C), se consideran aún más subtipos de inteligencia. La inteligencia cristalizada puede evaluarse con pruebas como el Peabody Picture Vocabulary Test, mientras que la inteligencia fluida, aunque más difícil de medir, puede evaluarse a través de pruebas que incluyen la resolución de problemas, como las Matrices Progresivas de Raven, aunque estas pruebas intentan ser culturalmente neutrales, no siempre lo consiguen completamente (Hogan, 2004).

Además, existen teorías como la de Gardner, que identifica múltiples tipos de inteligencias específicas, incluyendo la lingüística, musical, lógico-matemática, entre otras, y que ha sido muy influyente en el ámbito educativo. Por otro lado, Guilford distingue entre el pensamiento convergente, que aplica conocimientos para obtener una respuesta correcta, y el pensamiento divergente, que busca nuevas formas de abordar problemas, lo cual es relevante para entender los efectos de lesiones cerebrales en el pensamiento. La relación entre la inteligencia medida por los test y la inteligencia en situaciones reales es compleja y está influenciada por factores básicos y sociales que son fundamentales en la resolución de problemas del mundo real

y que están asociados con funciones del lóbulo frontal (Heilman y Valestein, 1993).


LISTA DE PRINCIPALES TEST DE INTELIGENCIA CON ADAPTACIONES EN ESPAÑOL

  • Baterías (inteligencia verbal y manipulativa)

  • Stanford-Binet*

  • Kaufman Brief Intelligence Test*

  • Wechler* (WAIS-R, adultos, WISC, nivel escolar) (Escala de Inteligencia para Adultos de Wechler)

  • Inteligencia culturalmente justa

  • Test de Matrices Progresivas de Raven*

  • Otras (TONI-3 y otras)*

  • Inteligencia verbal

  • Peabody Picture Vocabulary test*

  • Test de Acentuación de Palabras (TAP), adaptación del NART**


Se muestra las principales pruebas de inteligencia disponibles en español, ya sea de España o América, que cuentan con validaciones específicas. Destaca entre ellas el test de WAIS, que es el más empleado en sus diversas versiones, siendo la WAIS-III la más reciente (Rabin et al, 2005). En el contexto clínico, cuando un neurólogo necesita evaluar con precisión la inteligencia —por situaciones como retraso mental, daños cerebrales significativos debido a trauma craneal, o deterioro cognitivo originado por lesiones cerebrales orgánicas, entre otros casos— o evaluar las funciones específicas de cada hemisferio cerebral (asociando el CI verbal con el hemisferio izquierdo y el manipulativo con el derecho), o detectar el inicio del deterioro cognitivo, generalmente se solicita la aplicación de una batería extensa, como el test de Wechsler o WAIS. Este último, que cuenta con tres versiones revisadas para adultos y varias para adolescentes y niños, está estandarizado en la mayoría de los idiomas (Kolb y Whishaw, 2006). Además, existen baterías más completas que evalúan la inteligencia junto con otras habilidades, como la batería de Halsted-Reitan y similares (Strauss et al, 2006). Estas pruebas suelen requerir de 1 a 2 horas para completarse y necesitan la colaboración de un neuropsicólogo. Dado que en la práctica neurológica común no siempre se dispone de tanto tiempo o de un neuropsicólogo, se opta por realizar evaluaciones más rápidas de la inteligencia general. Para ello se pueden utilizar versiones abreviadas del WAIS, el test de Raven (Matrices Progresivas) (Strauss et al, 2006), o pruebas de lenguaje que evalúan la inteligencia cristalizada, como se detalla más adelante (González Montalvo et al, 1990; Bermejo et al, 2001). Los test de WAIS y Raven requieren documentos específicos para su aplicación, por lo que, siguiendo la política editorial de esta monografía, no se describen aquí a pesar de su relevancia práctica.

Bibliografía: Bermejo, F.P., Porta-Etessam, J., Díaz, J.G., eds. 2001, Cien escalas con interés en neurología.

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